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Santa Hildegarda de Bingen: ella, Diosa.

“¿Santa quién?”

Santa Hildegarda, una mujer del renacimiento adelantada tres siglos. Escritora, compositora, filósofa, teóloga, mística, pintora y científica, Hildegarda de Bingen nos dejó muchos magníficos legados. Hoy queremos reivindicar su figura.

“¿Quién fue ésta señora?”

Alemania, 1098, familia noble. Nuestra santa nació siendo la décima de diez hermanos, algo que se interpretó como que debía ser el diezmo para Dios. Ésto, unido a su salud enfermiza desde pequeña, hizo que pronto entrase interna a un convento benedictino. Allí aprendió idiomas, música, teología y botánica y decidió tomar los hábitos cuando cumplió los 18, llegando al puesto de abadesa 20 años después. En ése momento fue cuando centró todos sus esfuerzos en la actividad intelectual.

“Cuéntame más.”

Empezó a escribir códices hablando de teología, música, botánica, lengua e incluso de las visiones que la acompañaban desde niña. Fue la creadora de la primera lengua artificial y la primera persona que habló del orgasmo femenino y la importancia de éste. Compuso 78 obras musicales sacras y sus estudios sobre el agua y las plantas, además de ayudar a salvar muchas vidas, asentaron las bases de lo que hoy conocemos como farmacología.

“Farmacología, ya… ¿Qué?”

Antes del nacimiento de Hildegarda ya se tomaba cerveza, pero lo que se utilizaba para contrarrestar el dulzor de la fermentación era una mezcla de hierbas y especias conocida como “Gruit”. El cultivo de éstas hierbas estaba controlado por el gobierno de Alemania y su única función era la de aportar sabor.

Nuestra santa estaba preocupada por aquel entonces por las enfermedades que estaba causando el agua insalubre o mal almacenada, y cuando en sus estudios descubrió el lúpulo, por entonces nada más que una mala hierba, decidió introducirlo en la elaboración de la cerveza. (Recordemos que era más habitual beber cerveza que agua fresca porque sus procesos de elaboración ayudaban a que fuese más salubre.) La monja se dio cuenta de que, no sólo ayudaba a que produjese menos enfermedades, sino que además el lúpulo aportaba un amargor mucho más equilibrado que el del gruit y sin necesidad de utilizar un montón de plantas distintas.

“Vale, ahora entiendo por qué habláis de ella.”

Los monjes cerveceros, empezando por sus colegas benedictinos y siguiendo por los franciscanos y los trapenses, pronto le copiaron la idea y la cerveza con lúpulo no tardó en extenderse por Europa. Tenemos que entender que los monjes la elaboraban porque era lo único que se permitían beber en época de ayuno, tontos no eran, así que cuanto más rica y menos problemas diese mejor.

La obra de Santa Hildegarda es extensa y más que interesante, pero ya voy a dejar en vuestras manos el buscarla y aprender sobre ella. Por nuestra parte queda hecho éste pequeño homenaje a una mujer fascinante, increíblemente inteligente y culta, y pieza principal en éste mundo que nos rodea cada día: el mundo cervecero.

¡Y hasta aquí el post de hoy! ¿Habéis aprendido mucho? ¿Qué opináis de nuestra amiga Hilde? ¡Os leemos! Ya sabéis que podéis dejar vuestros comentarios en el mismo blog o en nuestro instagram, donde estamos siempre pendientes de vuestras dudas o de cualquier cosa que queráis compartir con nosotros. Además, aquí debajo os dejamos opciones de compra en nuestra tienda de cervezas en las que el lúpulo es más que importante, para que disfrutéis con éste estupendo ingrediente.

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